Santa Joaquina de Vedruna
nació en 1783 en Barcelona y cuya familia era muy católica. La niña desde muy
pequeña tuvo mucha devoción al niño Jesús y algo que le caracterizó desde
pequeña fue su gran amor a la limpieza. No toleraba ninguna mancha en sus vestidos
y esto la llevó a no tolerar pecados en su alma.
A los 12 años ya sentía una
gran devoción religiosa pero las monjas carmelitas no la aceptaron por ser
todavía pequeña para dedicarse a esta vocación.
A los 16 años contrajo
matrimonio con Teodoro de Mas, con el cuál tuvo 8 hijos. Cuando Napoleón
invadió España, su esposo tuvo que marchar a la guerra y Joaquina tuvo que huir
de Barcelona junto con sus hijos a la ciudad de Vich. Poco después se quedó
viuda y al cargo de sus 8 hijos. Desde aquel día se dedicó a cuidar de los
pobres y asistir a los enfermos en los hospitales. La gente creyó que se estaba
volviendo loca por la muerte de su marido, pero se dieron cuenta de que todas
sus energías eran para ayudar a los que padecían miseria o enfermedad, se
estaba convirtiendo en una santa.
Cuatro de sus hijas fueron
religiosas y cuatro de sus hijos se fueron casando y ella quedó libre de
responsabilidad hogareña. Ahora podía realizar su gran deseo de cuando era
niña: ser religiosa.
Joaquina dedicó el resto de su
vida a actividades de enseñanza y asistencia de enfermos, para lo cual su
director espiritual, el capuchino Esteban de Olot le sugirió que fundara en
1826 la Congregación
de las Hermanas Carmelitas de la
Caridad y el obispo de Vich, Pablo Jesús Corcuera, le pidió
que fuera de inspiración carmelita. Después de su profesión religiosa ante el
obispo de Vich inicia su obra de fundadora el 26 de febrero del mismo año con
ocho religiosas. Poco a poco se le fueron uniendo más religiosas, y juntas
fueron fundando hospitales y escuelas.
Por último, la enfermedad la
obligó a abandonar su puesto como superiora de la orden y, aunque falleció
debido a un brote de cólera en Barcelona, durante los cuatro últimos años de su
vida fue víctima paulatina de parálisis. Falleció el 28 de agosto de 1854 a la edad de 71 años.
Joaquina era conocida por su
gran sentido de la oración, confianza profunda en Dios y caridad desinteresada.
Fue beatificada por el papa Pío XII en 1940 y canonizada en 1959por el papa
Juan XXIII.
Su festividad se celebra el 22
de mayo.
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